Parafraseaba una muy buena amiga personal, al referirse a los tratados de Rafael Echeverría (creador de la Ontología del lenguaje), que ahora no estamos viviendo una “época de cambio”, sino un “cambio de época”, y lo decía en alusión al sin número de nuevas versiones, estilos de vida y olas de comportamientos que nos han venido invadiendo en los últimos años y que nos dicen que ya no somos lo que solíamos ser, o peor aún, lo que creíamos ser.  Somos una sociedad que se está auto determinando en todo momento a la luz de lo que oímos y vemos y también a lo que empezamos a creer en casi todos los órdenes de la vida. Conceptos enmarcados en lo digital, la robótica, el big data, la inteligencia artificial y otros de orden tecnológico nos hacen advertir que la evolución del ser humano ha llegado a una cima, desde la cual se podrán advertir mundos imaginarios que solo lo podíamos visualizar desde la ficción años atrás y el derrotero nos indica que no hay marcha atrás.

Atado con las premisas anteriores y con igual valor, la sociedad también está creando espacios para que en medio de la tensión de lo cotidiano podamos darnos un respiro y tener la sensación de que es prudente recobrar la esencia de lo humano y así, alejándonos de la vertiginosidad del cambio, podamos contar con espacios de interiorización, de meditación, de relajación; dicho de otro modo: de recobrar la calidad de vida que generaciones pasadas la tenían a la luz de una vida con propósito pero sin apresuramientos.  La pregunta que cabe es: ¿podrán estos dos paradigmas convivir juntos en este presente y futuro así advertidos?

El análisis reflexivo nos hizo, a Esther, mi esposa y a mí, su predilecto admirador, pensar en alternativas de negocios que conjugasen lo vanguardista de las tendencias enunciadas con la sana filosofía del bienestar humano y, encontrar un punto de equilibrio dentro de un aspecto tan importante como lo es la nutrición.

Así nace Terra Nostra (Nuestra tierra), una propuesta de nutrición saludable dentro de un segmento ya trabajado en otras latitudes y con un desarrollo básico en nuestro país, que presenta grandes oportunidades y retos, tanto para consumidores como para proveedores.

Nos imaginamos una tienda (física en principio y on line un poquito después), en la cual las esencias de los productos naturales, la nutrición de los súper alimentos, la novedad de elementos en las recetas, el gusto por descubrir opciones alimenticias y la posibilidad de un regalo creativo, se pudieran unir con conceptos trascendentales como: consumo responsable, comercio justo, sostenibilidad, impacto en el medio ambiente, espacios sensoriales, entregas a domicilio, compras on line, y amigabilidad con mascotas.  

Es así como trajimos las ideas al diseño y nació este emprendimiento en el cual, si bien el hacer negocios tiene una lógica, el ganar dinero lo vemos como el resultado de una gestión en la cual intervienen todos los elementos descritos en el párrafo anterior, pero del cual sobresalen: el consumo responsable y el comercio justo.

Entendemos al consumo responsable, como la posibilidad que tenemos todos, de comprar solamente lo necesario, en cantidad, calidad y precio y de decirle no al desperdicio; puesto que habitualmente lo que no consumimos se daña o se termina por botar a la basura.  Hábito éste, propio de una sociedad altamente consumista y que genera ineficiencias, pero por sobre todo, inequidad.

Así mismo, cuando revisamos lo trascendente del comercio justo, nos damos cuenta que en todas las cadenas de valor de los comercios y de las industrias, el eslabón más crítico y con menos ganancias suele ser el del productor, quien siendo, para nuestro caso el agricultor o el pequeño transformador y al no contar con presencia comercial, debe recurrir a proveedores logísticos y de ventas que existen en el mercado para poder colocar su producto, dejándolo con una ganancia marginal reducida, que por decir lo menos, no es justa.  Esta condición se agrava mucho más si pensamos en nuestros campesinos o en grupos vulnerables que se dedican a esta actividad. Poder entonces, entregar a estos actores un valor económico que vaya más allá de lo marginal y que compense su esfuerzo es un acto de justicia, que adicionalmente abona a un reconocimiento y propone la posibilidad de que ellos también crezcan al ser recompensados de mejor manera.

Conjugados los elementos ya descritos, trabajamos en definir un grupo de productos primarios y de consumo selecto dentro de las categorías de productos secos, harinas, sales, especies y aceites para conformar una cartera que con innovación y creatividad, llegue a nuestros clientes y consumidores, con un valor añadido que sea percibido como tal y que está representado en los siguientes aspectos y acciones: a) Generar conocimiento a través de: talleres de cocina, habladores con detalles técnicos y específicos de cada uno de nuestros productos; b) Contar con un espacio de compra pausado y con vectores sensoriales: sonidos de la naturaleza, olores de la tierra, visiones de confort, contacto humano y agradable; c) Preocupación sincera por los hábitos de consumo: con asesoría personalizada y experta que apoye el consumo asertivo de los productos; d) Espacios de lectura y descanso y, finalmente e) Contar con espacio para que las mascotas aguarden y tengan también un lugar cómodo en su espera.

Así es y así será Terra Nostra.  Una marca que representa una filosofía, una filosofía que la podemos enmarcar dentro de un nuevo vocablo que abarca todo lo dicho y que, acuñado recientemente, pronto dirá de nosotros lo que somos: “slow shoping”, donde no importa solo comprar, sino “sentir la compra” (1)

By: Mauricio Padilla

  1. Tomado de una entrevista a Marta Puig en el blog “Viva Bombay” los inicios y el porqué de la necesidad de ir más lentos.